Circulando por la ciudad con el pequeño Smart que últimamente me mueve, me enfrento a menudo a grandes obstáculos que se interponen en los viales y que me hacen tener que detener el vehículo para sortearlos.

Mientras lo hago, despacito para no rallar bajos, no faltan ocasiones en las que el que por el sentido contrario viene un flamante todo terreno --muchas veces de alta gama, como diría mi Fiscal favorito-- que pasa por encima del baden en cuestión a gran velocidad y sin que su conductor llegue siquiera a tener que tocar el freno.

Entonces, consciente de cómo se imponen en nuestras carreteras los 4x4 y lo que ahora llaman CrossOver, me planteo que el camino a seguir pasaba precisamente por la promoción de vehículos más pequeños y a poder ser de uso comunitario y que muchas veces las obligaciones y cortapisas que nos impone nuestra elefantiásica Administración terminan dando lugar precisamente a lo contrario de lo que se dice pretender, convirtiéndose en una carga completamente innecesaria para quien desea cumplir las normas. Mientras que aquel que lo que quiere es saltárselas, no tiene el más mínimo problema. Pues aunque yo desee circular de forma civilizada y respetar los pasos de cebra --de hecho, lo hago-- hay otros que no tienen tanta precaución y la solución de la Administración es obligarme a detenerme cada 50 o 60 metros para iniciar una de esas ascensiones al Himalaya Baden. Complicándome la vida a mí, en lugar de hacerlo a quien va a seguir pasando por encima de todo y poco le afecta que el obstáculo sea más o menos alto.

Así que la próxima vez que vaya a adquirir un vehículo, cuando el prometedor olor a nuevo y la propaganda acumulada en mi subconsciente me hagan entrever la vida mejor a la que accederé si me hago con él, elegiré aquel que sea más grande y potente. Aquel con el que pueda pasar sobre los badenes sin tener que recolocarme el flequillo. Porque, aunque realmente no necesite tanto espacio, vaya a gastar más combustible de la cuenta y ni siquiera pueda decirse que sea un medio efectivo de desplazarse en el agobiante mundo de SARES en el que nos movemos, mirar desde la ventanilla de un coche más grande que el de los demás siempre nos debería permitir sentirnos por encima de ellos.

Y de ahí paso a otro asunto que me viene preocupando desde hace tiempo y que enlaza como anillo con la cuestión, pues algo que comenzó como una simple molestia llamada Consentimiento de Cookies, algo que como usuarios nos tiene sometidos desde hace ya muchos años a una cansina "aceptación" que casi siempre resulta ineludible, ha terminado convirtiéndose en una auténtica pesadilla tanto para el simple consumidor, como para los pequeños empresarios y profesionales. Ya que los primeros se ven obligados a aceptar una y otra vez que les radiografíen si quieren seguir disfrutando de los servicios que solicitan y los segundos ya no pueden más de tantas obligaciones que se les imponen. Y todo porque alguien, normalmente una gran empresa, podría tener la infame intención de hacer acopio de datos para vender algo.

El usuario necesita protección. Soy plenamente consciente de ello.

Pero esa protección debería venir por vía de sanciones ejemplarizantes para quien se demuestre ha incurrido en abusos. Nunca por la de proporcionar un marco jurídico para que el consumidor que se registra en una web tenga obligatoriamente que venderle su alma, que es lo que al final uno hace sin prestar atención. Y mucho menos por la de imponer aún más obligaciones legales a los profesionales que se dedica a defender los derechos de los demás y por ello necesitan tener disponibles los datos de los asuntos y clientes. Pues estando muchas veces solos en sus despachos, además de abogados tienen que ser Responsables de Prevención de Riesgos Laborales, de Prevención de Blanqueo de Capitales y de Cumplimiento Normativo Penal... Y ya no puede ser nada más, ni siquiera Delegado de Protección de Datos. Mucho menos cuando ven como esas grandes compañías de las que dicen protegernos con la norma, nos imponen ficheros con finalidad fundamentalmente coactiva, como ANSNEF y similares, sin que nadie haga absolutamente nada al respecto.

Pd.: La presente reflexión no pretende en modo alguno promover el incumplimiento de la normativa en vigor, que debe ser acatada hasta tanto sean expresamente derogada o modificada. Sólo es la opinión de un ciudadano.

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